martes, 30 de agosto de 2016

Juan Gabriel: "Dime cuando tú vas a volver"



       El domingo que escuché, por primera vez, sobre la muerte de Juan Gabriel, pensé que era un fake o una nota falsa . Uno ya no sabe que es verdad y que es mentira en las redes sociales. Y es que, últimamente, han proliferado esas páginas que tienen el "mal gusto" de matar a los famosos y gente que tienen el mal tino de compartirlo y difundirlo. Sin embargo, poco tiempo después, lo comprobé: Juan Gabriel, "el divo de Juárez", había muerto.
       Las reacciones no se hicieron esperar, tanto en la vida real como en el submundo de lo virtual. Muchos lamentaban y lloraban la muerte de su ídolo, otros manifestaban su respeto ante el "grande" que se había ido, algunos aprovechaban el momento para hacer chistes (la mayoría ya muy usados) y unos pocos manifestaban su enojo por esas reacciones e, incluso, hubo quienes se atrevieron a analizar si merecía homenajes o si era un personaje que trascendió en la cultura. Como diría Juan Gabriel, "pero que necesidad, para que tanto problema, no hay como la libertad de ser, de estar, de ir, de amar, de hacer, de hablar, de andar, así sin penas".
       Lo que se ve no se juzga y basta respirar el ambiente para percibir esa tristeza con una mezcla de celebración para despedirlo como se merece. Juan Gabriel es de esos personajes que nació para trascender. Aquí no se trata si sé es fan o no, en realidad no importa. Todos los mexicanos conocemos alguna de sus canciones, lo sepamos o no. Las cantamos en los karaokes y no hay fiesta o reunión en la que no se escuche alguna de sus composiciones. Es un artista que ha quedado impregnado en nuestra cultura, en nuestro ADN, incluso, más allá de lo popular . Esa es la realidad y no es cuestionable.
       Juan Gabriel tiene una de esas historias que identifican a la mayoría de los ídolos: un origen humilde y un ascenso a la fama intempestivo y glorioso, justo después de haber sufrido muchas peripecias para lograr el éxito. Lo que muchos constataron en la reciente serie "Hasta que te conocí" que retrataba estos aspectos de su vida. Ahí cabe destacar que TV Azteca y sus asociados se sacaron la lotería y ya programaron la repetición. Es justo reconocer, que cualquiera haría lo mismo con ese material en sus manos.
          El momento exacto de la muerte, ayuda mucho a la inmortalidad de los ídolos. Es por muchos sabido que pasó muchos problemas fiscales y  conflictos con su disquera, lo que lo obligó a no grabar durante ocho años. Sin embargo, en los últimos tiempos parecía recuperar el lugar que le correspondía. Aunque sus grandes éxitos son de décadas atrás, se valió de ellos para grabar sus discos de "DUOS"; del cual se desplegaron dos volúmenes y se preparaba el tercero, que seguramente sacarán y se venderán como pan caliente en las tiendas. Ademas, la serie que cuenta su vida, la cual fue supervisada por él mismo, recibió buenas críticas de los expertos y de la audiencia. No se puede decir lo mismo de la de Joan Sebastian, por ejemplo.  
       Estaba en un gran momento. En una cumbre donde se había acomodado placenteramente. Conservaba su público y lograba acaparar la atención de las nuevas generaciones, a través de sus duetos con solistas y grupos pop y regionales. Era un artista con un estilo propio, con una identidad que te hacía reconocerlo sólo con las letras o las melodías. Algo que no podemos decir de muchos cantantes de la actualidad. Todos parecen mucho de lo mismo.  Cualquier voz celebraba tener uno de sus temas. Además de que le dio "chamba" a muchos imitadores.
       Un aspecto relevante de la carrera de Juan Gabriel es que conquistó a todos los públicos. Y la tenía difícil en un México "machista y homofóbico", y todavía peor en sus inicios. Nunca habló con claridad de su orientación sexual, hubiera sido una blasfemia en su momento. Sin embargo, todos asumían su sexualidad y a nadie le importaba. Como debe ser. Era objeto de referencias gays en los chistes populares, pero todos lo escuchaban y hasta asistían a sus conciertos. Otra característica de un ídolo: rompió esquemas.
       Juan Gabriel se deshacía en el escenario. Tenía un gran estilo para bailar. Se caía y se levantaba, literal y metafóricamente. No sé si siempre supo lo que estaba construyendo, o como suele suceder con los grandes, solo lo hacía por la simple pasión de su arte. Pensar que en algún tiempo se consideró "sin dinero, ni nada que dar". Simplemente lo dio todo, como artista y como señalan sus obras altruistas, también como persona. Como no hacerlo si conoció la miseria y salió de ella. Donde quiera que esté ahora, debe estar celebrando que su legado permanecerá, que las luces de su escenario no se apagarán y que estará "siempre en mi mente" y en la mente de cualquier persona que haya disfrutado de sus canciones. Hasta pronto Alberto Aguilera. Adiós Adán Luna. Nos vemos Juan Gabriel.

       
       
               

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