martes, 30 de agosto de 2011

ALÚ

           Había una vez un anciano velador que tenía un perro llamado Alú y ninguno podía vivir sin el otro. Alú era muy rebelde y en ocasiones desobedecía a su amo y el anciano lo golpeaba, pero al terminar el velador lloraba a escondidas del perro. Alú siempre perdonaba a su amo, que aunque era un perro viejo y ciego, aún percibía el amor en los ojos del anciano cuando lo acariciaba.

           Una noche, mientras el anciano hacía su ronda en la fábrica, sintió un cansancio intenso y se sentó a descansar. Tras de él, Alú permanecía. 

             Alú se dio cuenta que su amo no despertaría más y con tristeza se acurrucó en sus piernas. Afortunadamente su tamaño se lo permitía.

              A la mañana siguiente, los empleados de la fábrica, encontraron el cuerpo sin vida del anciano y observaron dormir a Alú en sus piernas. Quisieron retirar a Alú, pero notaron que la fidelidad del perro había ido más allá de la vida y lo había acompañado hasta su muerte.

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